En los meses más fríos, más de la mitad del consumo energético en los hogares chilenos se destina a la calefacción, evidenciándose que en la zona sur los gastos pueden superar los 100.000 pesos mensuales. El director de la Escuela de Ingeniería en Construcción de la Universidad Católica del Maule atribuye esta situación a una combinación de factores: condiciones climáticas adversas, la diversidad de sistemas disponibles y el deficiente aislamiento térmico de muchas viviendas. A pesar de los avances normativos y las iniciativas de subsidios para optimizar la eficiencia, aún existen retos en la manera de calefaccionar los hogares. El experto resalta que, independientemente del método utilizado, aplicar estrategias sencillas y de bajo costo –como sellar puertas y ventanas, utilizar cortinas pesadas, ventilar por breves períodos diarios y calentar solamente los espacios usados– puede generar un impacto significativo en el consumo energético.
Para quienes disponen de recursos limitados, se recomienda el empleo de paneles infrarrojos o convectores eléctricos portátiles, con gastos mensuales que oscilan entre 15.000 y 30.000 pesos, así como estufas oleoeléctricas o de convección para áreas de tamaño medio, a pesar de que estas últimas implican un desembolso mayor. En un rango intermedio, los sistemas Split Inverter y las estufas a pellet se presentan como alternativas con mayor eficiencia y control térmico; aunque su inversión inicial es elevada, permiten un uso más racional de la energía y ofrecen confort tanto en invierno como en verano. Para aquellas familias con mayor capacidad de inversión, se hace hincapié en la importancia de mejorar la envolvente térmica de la vivienda mediante el aislamiento en entretechos, muros y ventanas con termopanel, complementado con sistemas de climatización por bomba de calor y la incorporación de energías renovables. Esta inversión en una vivienda bien diseñada y aislada se traduce en un ambiente confortable durante todo el año, una notable reducción en el consumo de energía y una mejora en la calidad de vida. Además, estas recomendaciones adquieren especial relevancia en el contexto de la inminente actualización normativa que, a partir de noviembre, exigirá la calificación energética obligatoria para todas las viviendas nuevas, impulsando construcciones cada vez más sustentables y eficientes.
Autor: Jorge Rojas